Inter-generacionalidad. Así debería escribirse este término, con un guión en medio, para acceder a su sentido profundo.
En su superficie está la idea de que distintas generaciones entran en contacto e interactúan. Según esta lectura inmediata, primero existen las generaciones y luego éstas entran en relación. Así, la intergeneracionalidad se entiende como la cualidad de conectar a las generaciones.
Sin embargo, podemos adoptar otra vía de acceso al término, una vía profunda y mediata. En este caso, el prefijo inter, lo inter, es la clave: alude al espacio existente entre las generaciones. Y ese espacio es el de la relación social, es decir -en palabras de Pierpaolo Donati-, el de la realidad inmaterial, situada en el espacio y en el tiempo de lo interhumano. Desde este punto de vista, las generaciones no son lo primero; antes está el espacio, la distancia, la diferencia entre ellas. Si existen generaciones -agregados de personas que se reconocen conectadas por su edad, biografía, parentesco, genealogía, pedagogía, bienestar, cultura, etc.- es porque el espacio que las separa las hace posibles. Cuando hablamos de inter-generacionalidad lo hacemos pensando en ese espacio relacional que, a menudo, también necesita ser un espacio físico. Sin embargo, para hablar de inter-generacionalidad no basta con que las generaciones estén juntas sino que lo que importa es que hagan y se hagan conjuntamente.
Las relaciones inter-generacionales son, sobre todo, relaciones, lazos, vínculos.Haz click para twittear
Los seres humanos somos relacionales, es decir, nos hacemos, entre otras vías, mediante las relaciones que mantenemos o que imaginamos. Por tanto, relacionarnos no es una opción sino una necesidad consustancial; lo interesante es observar con quiénes nos relacionamos, cómo y para qué.
Extracto de entrada «Intergeneracionalidad», firmada por Mariano Sánchez Martínez en “Glosario de reciclaje urbano” (TC Cuadernos, 2013)
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