Situado en Tokio, en el barrio de Edogawa, Kotoen es un centro que inicialmente, en 1962, fue construido para atender a personas mayores. Más tarde, en 1976, se ubicó en el mismo lugar una escuela infantil. El primer centro intergeneracional de Japón acababa de nacer.
En 1987, el centro acogía un centro de día para personas mayores ‒autónomas y necesitadas de ayuda para las actividades de la vida diaria‒, la escuela infantil ‒unos 80 niños y niñas de entre 1 y 6 años‒ y una residencia geriátrica ‒para 50 personas mayores‒, todo ello en un complejo cuyo edificio central cuenta con tres plantas.
El profesor Matt Kaplan ha estudiado a fondo este caso y ha destacado la flexibilidad y la idea de crear una “comunidad de vida integral” como principios rectores en el diseño de este centro, dotado de grandes espacios abiertos que se pueden recomponer fácilmente mediante el uso de mamparas.
Otra investigadora, Leng Leng Thang, nos cuenta su experiencia como voluntaria en Kotoen y concreta en dos los lemas del mismo: poner en contacto a las personas (Fureai) y organizarse como una familia extensa de gran tamaño (Daikazoku). El primer lema ‒el encuentro‒ enfatiza las interacciones espontáneas y hace hincapié en las emociones y sentimientos de las mismas como fuente de sentido tanto para la intergeneracionalidad como para el desarrollo de las personas.
Esta investigadora propone considerar los centros intergeneracionales como lugares que pueden propiciar que las generaciones se reconecten tras la pérdida de oportunidades de contacto que la modernización ha traído consigo en muchos casos.
El equipo de Kotoen se ha tomado el tiempo de grabar un vídeo que no se dedica a presentar el centro sino que hace algo que nos parece mejor: cuenta una historia, un trozo ‒ficcionado pero posible‒ de la vida que puede acontecer en este espacio intergeneracional.
Primero, pinchad en este texto y dedicad 10 minutos a ver el vídeo:
¿Qué os ha parecido?
Una de las razones por las que pensamos que Kotoen es un centro consolidado es por algo que el vídeo muestra perfectamente: el contacto entre menores y mayores se ha naturalizado.
Unos y otros coinciden tanto en los espacios comunes como en los privados ‒por ejemplo, en el dormitorio; y lo hacen a lo largo del día, con lo que los tiempos de interacción se multiplican. Todo el centro está impregnado ‒de forma ordenada‒ de posibilidades de relación intergeneracional: formales e informales, de actividad y de descanso, de trabajo y de ocio, de encuentro y de despedida.
Merece la pena decir algo al respecto de esta última idea: cuando un espacio intergeneracional es capaz de acoger el principio y el fin de la vida redondea totalmente el sentido de la intergeneracionalidad. No todo es hacer con, también tiene mucha importancia despedirse de.
Con demasiada frecuencia, al planificar las prácticas intergeneracionales pensamos en lo que las generaciones pueden hacer juntas. ¿Pero se nos ha ocurrido pensar en lo que puede suponer la experiencia de echar de menos a alguien de otra generación ‒que no es un familiar‒ y poder vivir ese duelo, ese vacío, bajo el mismo techo donde la relación surgió en su día gracias a un espacio que lo hizo posible? Kotoen lo ha conseguido.
REFERENCIAS
Imágenes: M. Sánchez
Página web Centro Kotoen: http://www.kotoen.or.jp
eva dice
Maravilloso ejemplo. Inspirador.
Da sentido a la vida ( vida con un sentido amplio) y vida a los sentidos.
Gracias por compartirlo
Espacios Intergeneracionales dice
Gracias a ti, Eva. Sabemos que hablas con conocimiento de causa 🙂 Siempre es un placer encontrarte por aquí. Abrazos!
Caterina dice
Un ejemplo precioso. Naturalidad al 100%. La oportunidad de VIVIR sin filtros. Gracias.