Foto: Imagen perteneciente al articulo online del HuffPost publicado el 29 de enero de 2018
Conforme vayan implantándose más centros intergeneracionales irán surgiendo preguntas de todo tipo sobre sus fortalezas y debilidades. A partir de una situación hipotética, en este artículo nos ocupamos de una de esas posibles preguntas: ¿por qué optar por escolarizar a nuestros hijos en espacios educativos ubicados dentro de centros intergeneracionales?
Imaginemos la escena: un padre, una madre, o ambos juntos, se enfrentan a la decisión —nada fácil, dicho sea de paso— de dónde escolarizar a su hijo, a su hija, que acaba de cumplir 3 años. Se les plantea un dilema porque en el barrio donde viven disponen de dos servicios educativos entre los que elegir: por un lado, hay una escuela infantil y, por otro, un centro intergeneracional que cuenta, a su vez, con una escuela infantil y un centro residencial para personas mayores. La escuela infantil primera lleva años en marcha y es bien conocida por todos. Ahora bien, el centro intergeneracional es nuevo, de hecho abre el próximo curso académico. Se han oído muchas cosas acerca de este espacio en el que se atiende conjuntamente a generaciones distintas pero, la verdad, los padres de nuestro ejemplo no acaban ver con claridad en qué podría ser distinta la escuela ubicada en el centro intergeneracional. ¿Qué hacer, entonces?
Sin ánimo alguno de entrometernos en una decisión que legítimamente está en manos de padres y madres, vamos a exponer a continuación 10 razones por las que pensamos que merecería la pena apostar por la escuela del centro intergeneracional. Atención: eso no quiere decir que la otra escuela infantil más tradicional no valga. No. Lo que pretendemos es orientar un poco más a nuestros hipotéticos progenitores acerca de lo que una escuela infantil en un centro intergeneracional puede ofrecer que sea diferente. Queda clara nuestra intención, ¿no? Siendo así, vamos allá con las 10 razones, que no siguen ningún orden de prioridad.
UNA. Si resulta que vivimos en sociedades cada vez más longevas, con mayor presencia de personas mayores, cuanto antes nos acostumbremos a relacionarnos con esas personas en el día a día, mejor. Eso puede suceder en la familia y fuera de ella. Un centro intergeneracional posibilita ese proceso de acostumbramiento.
DOS. Si los niños y niñas necesitan estímulos adecuados y progresivos para desarrollar todo su potencial, acudir a un centro intergeneracional amplía esos estímulos. ¿Cómo? Ofreciéndoles la posibilidad de interactuar y participar en actividades con personas mayores, algo que añade diversidad en término de edades a la aventura de explorar el mundo que cualquier niño hace en la etapa de Educación Infantil. Y, de paso, esta interacción potenciará sus habilidades para relacionarse socialmente.
TRES. Sabemos, sin duda, que una colaboración entre niños y personas mayores que esté bien planificada puede beneficiar a esas personas de más edad. ¿No es esta una buena razón para optar por un centro intergeneracional? Si lo hacemos no solo estaremos situando a nuestros hijos en un espacio educativo adecuado e igualmente beneficioso para ellos sino que, además, y sin esfuerzo alguno, podremos contribuir al bienestar de un grupo de personas mayores. ¡2 x 1!
CUATRO. Pensemos en que la escuela infantil del centro intergeneracional organiza una fiesta de inauguración de curso. Comienzan los preparativos y las maestras piden ayuda a las familias. Algunos padres y madres acuden pero, además, se cuenta con la ayuda de un grupo de personas mayores del centro para echar una mano. Esta ayuda extra —para preparar una fiesta y para muchas otras cosas—, tan a la mano, puede hacer posible que sea más fácil aumentar el número de actividades que se puedan llevar a cabo, y el tiempo de atención que maestros y maestras pueden dedicar a sus alumnos.
CINCO. En esto estaremos todos de acuerdo: queremos vivir en sociedades donde no exista discriminación de ningún tipo. Tampoco por motivos de edad. Parece razonable esperar que niños y niñas que se han educado en contacto diario con personas mayores que no son sus familiares aprendan a naturalizar tal interacción y, en consecuencia, no sientan —o lo sientan menos— ni miedo, ni asco, ni indiferencia cuando, en el futuro, lleguen a adolescentes, jóvenes y, luego, adultos, y se crucen con personas de edad avanzada.
SEIS. Ahorro de costes. Una escuela infantil que pueda compartir gastos a la hora de pagar luz, agua, servicio de comedor, personal de recepción, mantenimiento y administración, materiales de oficina, etcétera, puede salir adelante con una inversión menor. De hecho, este asunto ya se ha comenzado a estudiar: los costes del cuidado dispensado a las personas —menores y mayores— que acuden a un centro intergeneracional disminuyen significativamente por las múltiples sinergias presupuestarias que se producen a raíz de compartir un mismo techo.
OCHO. En el caso específico de que los niños que acudan al centro intergeneracional puedan mantener contacto regular con personas mayores afectadas de demencia, las investigaciones nos dicen que esos niños desarrollan en gran medida competencias socio emocionales tales como empatía, aceptación social, auto regulación y paciencia.
NUEVE. Pasar horas a diario en una comunidad multi generacional es un entrenamiento fenomenal en un doble sentido: para aprender a vivir en diversidad y para ir ganando una sensación de pertenencia que va más allá de la familia y del colegio —entendido como el conjunto formado por los maestros y los compañeros de clase—. Si los límites de nuestro mundo, desde muy pequeños, vienen dados por los ámbitos de conexión y relación de los que formamos parte, una escuela infantil intergeneracional amplía esos límites porque facilita el contacto con una mayor diversidad de personas.
Y DIEZ. Esta última razón viene a ser como un búmeran: si unos padres apuestan por lo que las nueve razones anteriores indican, ellos mismos verán cómo se les abren oportunidades para conocer de primera mano el mundo de las personas mayores. ¿Y de qué puede servir esto a esos padres? Pues para que caigan en la cuenta de que ellos mismos no deben perder de vista el hecho incontestable de que están envejeciendo y que han de prepararse bien para poder vivir de modo satisfactorio una vida que probablemente será larga.
Fantásticas razones. Que nuestros niños descubran que su vida no se detiene en la infancia ni en la adolescencia, que deben crecer y que no se estancaran en la juventud como nos hacen creer con la publicidad.
Y que a los mayores puedan tener la oportunidad de revisar sus vidas a través del reflejo de generaciones mas jóvenes. Que puedan brindar experiencia, reflexionar sobre sus vivencias y quizás reconciliarse con etapas poco afortunadas o difíciles.
Y con estas relaciones puedan romper el aislamiento de ambos grupos de edad puedan sentir, estresados por un ritmo loco que los de mediana edad les ofrecemos.
. Muchas y buenas razones entrelazar generaciones
Gracias Eva, estamos de acuerdo con tus comentarios y desde nuestro Laboratorio de Espacios Intergeneracionales, estamos convencidos que entrelazar generaciones es clave para que las sociedades del futuro se cimenten sobre valores de comprensión, tolerancia y solidaridad.